miércoles, 22 de junio de 2011

Pastiche de "El Túnel"

Bastaría decir, que han pasado más de 2 meses desde el asesinato de María Iribarne, nunca me había detenido a pensar tanto, hasta que llegó el día en que Allende me visitó, podría decir que eso fue realmente extraño, no me incomodaba la simple idea de tener que verlo de nuevo, desde aquella vez que le dije la verdad  que había escondido su esposa durante años.
Había recorrido  casi toda la cárcel, hasta que llegue al lugar en donde él estaba sentado,  parecía un hombre al que nunca le hubiera hecho nada y que venía  a ver a un gran amigo de la infancia,  me acerque lo más que pude a él, y  pude ver su rostro sin expresión, rápidamente sintió mi presencia y me invitó a sentarme.
<<¿Qué hará aquí?>>  me pregunté de pronto, sintiendo que mi temperatura  bajaba . La idea de tener al esposo de mi amante me impresionaba,  tanto que pude sentir que todos  los policías me veían,  pero no le tome importancia, lo único que quería saber era porque Allende  había tenido la grandiosa idea de venirme a visitar justo el día en que se cumplían dos  meses desde la muerte de aquella mujer que me había vuelto loco, a tal grado de matarla,  y que en muchas ocasiones hubiera deseado que se escapara conmigo y olvidara todo lo pasado.
De lo único que podía estar seguro, es que venía a reclamarme algo, que dos meses atrás a las 12 de la noche no lo deje, porque salí corriendo como un cobarde intentando librarme de lo que hice, pero sin embargo, mi sentimiento de culpa fue demasiado fuerte, y ahora estoy aquí, pagando una condena que fue provocada por una mujer que no valía la pena, por la que yo meses atrás hubiera dado la vida, por el simple hecho de que se parecía un poco a mí.
Pero había olvidado, que ella no estaba dentro de mi túnel y que nunca lo estuvo, sino que  era como los niños, que se quedan en los aparadores viendo  aquel juguete que tanto los cautivo, pero que con el tiempo se les olvidará,   eso fue lo que hizo María, se asomó a mi túnel, yo la atendí, y con el tiempo, se fue buscando otros lugares.
Allende seguía sin hablar, y yo seguía divagando, hasta que al fin habló. Me quede frío.
-No vengo a reclamarte
Me había hecho tanto la idea de que esa era la razón de su visita.
-Vengo a decirte,  que al igual que tú, me siento feliz de que María ya no este aquí.
-¿Por qué? Si tu la amabas - Pregunte
- Es que no la amaba , sólo la quería
Al momento en que pronunció las últimas tres palabras, me acorde de lo que me había dicho María tiempo atrás, de que lo único que sentía por Allende era Cariño….¿Entonces porque no se habían separado?¿Cuales serían sus razones?
-No me afectó tanto su muerte, de hecho  fue una forma de liberarme, la única razón por la que seguíamos juntos era, porque tanto ella como yo, no queríamos que la sociedad hablara, que nos criticara, y que nuestros padres se decepcionaran por no tener una familia como las suyas, unida hasta que la muerte los separara, y desde que quede ciego, comprendí que María tenía la oportunidad de ser feliz con otra persona y que no desperdiciara su vida con alguien como yo,   que nunca la pudiera ayudar y que dependiera de ella, por eso sabía que mi esposa, era una mujer de todos.
Al escuchar cada una de estas palabras, me di cuenta de que Allende, había aceptado a todos los amantes de María con tal de verla feliz, y que entre ellos había cariño, más no amor. Y esa era la razón por la cual ella no lo dejaba, porque ella podía seguir viviendo como una mujer común sin compromisos, pero ya se había acostumbrado a su compañía.
-Además, yo igual le falle, hace más de 5 meses que tengo una relación, con una compañera de la  escuela para ciegos, y sólo estaba esperando el momento oportuno, para contarle de aquella mujer que ahora yo amo, porque es la mujer más noble y bondadosa que he conocido.
Estas palabras las hubiera deseado escuchar, en el momento en que estaba totalmente enamorado de esa mujer, pero ahora no le tomo importancia, sabía que por su culpa, ahora estaba aquí, pero no estoy diciendo que me arrepiento de matarla, sino al contrario me alegro,  porque le estoy quitando el sufrimiento a muchos hombres que al igual que yo, caerían enamorados de María, y vivirían el infierno que yo viví cuando los cambiara.
Peo ahora el hablar de María, como se habrán dado cuenta ya no me afecta tanto, ya esta muerta, no puede regresar, el sufrimiento se acabo y yo ahora sólo espero el día de mi condena.
 Hecho por: Andrea García Glez.








No hay comentarios:

Publicar un comentario