miércoles, 29 de junio de 2011

Dos mujeres, la misma soledad

Por: Carla Martínez Palacios

Los hechos que ocurren en la vida, a veces pueden ser tan fuertes e impactantes que la cambia para siempre. Tal es el caso de Martín Santomé, la muerte de su esposa Isabel lo marcó para siempre. De repente se encontró solo con tres hijos, a los que le costaba demostrar su amor.

Isabel fue su primer amor, tenía una relación fuerte y pasional con ella, pero después de su muerte Martín no buscó a alguien más. Claro como todo hombre sí tenía una que otra aventura pero no las tomaba en cuenta, era solamente para satisfacerse a sí mismo. Veía a las mujeres con las que se relacionaba como una manera más de entretenimiento respetable.

Por ejemplo la mujer del camión, con unos simples roces de codo, él se entiende con ella. La sigue y tienen relaciones. Poco después la ve con un hombre, pero para él no significó nada, simplemente fue un momento donde los dos se acompañaron  y mitigaron su soledad.

Ya había pasado mucho tiempo de la muerte de Isabel, pero  Martín la seguía queriendo, y no encontraba otra compañera. Pero después  de varios años encuentra a Avellaneda, una mujer que al principio no le causó la mínima atención, pero por alguna razón, (de esas razones que nos son fáciles de encontrar porque no recuerdas cómo sucedieron) se enamora.

A Avellaneda la conoce en el trabajo, la ve como una compañera, pero cuando descubre sus sentimientos hacia ella, al principio tiene miedo y se pregunta cómo es posible que le guste esa muchacha menor.  El miedo proviene de que ella lo vea como un hombre mayor. Siempre tiene miedo de eso, ése es uno de sus perores complejos.

La manera en que la relación con Avellaneda empieza es linda. Primero el causa una casualidad, algo que muchas personas hacen, finge como si haya sido casualidad encontrarla en ese mismo café. Después la manera en que confiesa sus sentimientos, tan rápido y sencillo que ella no tiene otra manera de aceptar que ya lo sabía.

Martín, después de Isabel y antes de Avellaneda, era un hombre solitario, en su trabajo, en su casa. Sus relaciones eran muy pocas y no tan estrechas.

 El ejemplo más claro es que él quería a sus hijos, pero los encontraba distantes y  sus intentos para estrechar relaciones eran fallidos. Pero durante la relación con Avellaneda, él ya no está encerrado en su propia soledad. Aunque se haya alejado de Jaime, logra acercarse a Esteban y Blanca. 

Su relación con Laura, hace que le dé un mejor sentido a su vida. Antes Santomé sólo se guiaba por su trabajo y por la idea de poder jubilarse era lo que lo motivaba. Es como todas las personas enamoradas, la otra persona te da razones para sonreír y para que el latir de tu corazón se acelere. Pero no todo era miel sobre hojuelas.

Como ya lo dije Santomé se sentía mal por la diferencia de edad. Tenía el terror de que algún día Avellaneda encontrará a alguien más joven y fuerte que él, como el exnovio de Laura. No se daba cuenta o tal vez le costaba ver que Avellaneda realmente lo quería, pero por lo general nuestra inseguridad nos ciega, nos hace ver cosas que no son y desconfiar de los demás.

Aún así los dos se amaban, era un amor mutuo. Esto no quiere decir que Santomé haya dejado  de querer a Isabel, todavía la amaba. Fue su primer gran amor, la madre de sus hijos y eso nunca cambiara, y aunque no la recuerde perfectamente, todavía sentía ese amor y pasión por ella.

 El hecho de que Isabel hubiera muerto, no era razón para que Santomé se encadenara a la tristeza para siempre, aunque lo hizo por mucho tiempo, encontrar la felicidad en alguien más no era un delito.  Por eso creo que los hijos aceptaron la relación, porque su padre ya había pasado mucho tiempo solo.

Santomé sabía que esa relación era complicada, que el no poder mostrarse en público, disimular en el trabajo, que al principio sus familias no supieran lo suyo. Pero él era feliz, sabía que esa felicidad era extraña, pero ya no estaba solo.  La soledad se había ido y la promesa de querer, había regresado.

 Pero esta vez era un amor más maduro,  él había vivido más, tenía experiencia, comparado con el tiempo en el que estaba con Isabel. Él realmente amaba a Avellaneda, de una manera tan distinta. Con Isabel era una atracción física muy fuerte, pero con Laura era una unión sentimental, él sólo quería estar con ella.

También está la parte de que Laura y Blanca se llevaron muy bien. Eso fue muy importante para Santomé, porque estaba preocupado como iba a tomar su relación su hija. Que se hayan convertido en amigas lo hizo muy feliz, pues eran las dos mujeres más importantes en su vida, ver esa relación, le agradó y que hablaran de él le demostró que las dos lo querían. 

La muerte de Avellaneda al final del libro, provoca que Santomé regrese a la soledad, que la época de felicidad haya terminado. Que de nuevo sienta ese vacío. Y que no tenga motivos y otra vez esperar con impaciente paciencia su jubilación. Pero le dejó demostrado que él es una persona que puede llegar a sentir y sobretodo a amar. 

Dos mujeres, que marcaron su vida. Dos mujeres a las quién amó de diferente manera, en diferente época. Dos mujeres por las que su vida tuvo un motivo, y momentos de felicidad, y que borraron su soledad, pero que al marcharse dejaron esa misma soledad suspendida en el aire.   

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