martes, 21 de junio de 2011

Epílogo de "El retrato de Dorian Gray"

A la mañana siguiente, el sirviente de Gray entrego a Harry una carta, una carta que habían encontrado en uno de los bolsillos de Gray al revisar su cuerpo. Harry tomo la carta y con un pulso tembloroso la dejó sobre una mesa que estaba cercana a la puerta de su estudio, después se sentó en un sillón y se quedó varias horas mirando hacia ningún lado, se negaba a creer la muerte de su amigo, no podía ser posible que después de tanto tiempo de ser joven, un día apareciera un viejo decrepito y argumentaran que era aquel hermoso muchacho que él había conocido. ¡Por supuesto que era absurdo! Fue entonces cuando tomo valor para leer la carta y probar que su idea era cierta; que Gray había planeado todo para poder escapar, abrió la carta y comenzó a leer.
"Mi estimado amigo, ¿Recuerdas aquella vez cuando nos conocimos?, yo tan joven y temeroso, tu figura parecía imponerse como la de nadie más y tus ideas, siempre tan ciertas y acompañadas de un discurso que cautivaban a quien las escuchara. Aquella vez me dijiste que la juventud y la belleza era cosas que tenían que aprovecharse, que jamás regresarían y que yo las poseía en un grado más alto de lo normal, y ciertamente tenías razón, no importaba que tan joven fuera o que no tuviera una fama o reconocimiento social tan grandes como los tuyos, yo  siempre encantaba a las personas.
Es por eso que aborrecía ese cuadro, cuando me di a la idea de que él sería siempre el mismo mientras yo envejecía y perdía toda mi belleza, ¡ya nada me quedaría después!¡tú eres el culpable Harry! Tú me llenaste la cabeza con aquellas ideas, tu inundaste mi alma con aquella vanidad desenfrenada, ¡Tú y ese horrible retrato! Por eso, decidí sacarle el mayor provecho a mi juventud y rodearme de tantas personas de la alta sociedad como pudiera, aunque perdiese mi belleza, podría aprender de temas tan interesantes como los que tú hablas o cómo retener a las personas así como lo hacen esos Monsieurs y Madames. Pero el corazón es joven Harry y uno se enamora, Sybil tenía todo lo que yo necesitaba, pero mi vanidad me alejo de ella, la rechace porque en esa noche su actuación no había sido hermosa, había perdido lo único que tenía, era como si me hubiera visto perdiendo mi belleza, por eso la rechace. No, la desprecie con toda mi alma por haber interpretado aquella noche una alegoría de mi vida, pero la amaba, así que volvería con ella, pero ya estaba muerta.
¡Es entonces cuando lo supe! Aquel cuadro que Basil había pintado era el que cargaría mis penas, él tendría mi alma y el sufriría por lo que yo hiciera, ¡Ya no tenía que preocuparme por el tiempo ni por nada! Fue cuando comencé a vivir…"
Harry no terminó de leer la carta, era increíble lo que estaba escrito en ella, Gray había concluido su cometido, se había llevado el alma de aquella persona que comenzó todo aquello que lo envenenó, aquella persona que le lleno la cabeza de ideas y por la cual había cambiado su alma por la belleza.

Juan José González Osorio  

No hay comentarios:

Publicar un comentario