jueves, 30 de junio de 2011

Mi estancia en el Federico

Vaya, ya tan pronto he pasado quince años de mi vida en esta escuela y ni cuenta me había dado, el tiempo sí que pasa rápido; he estado en esta escuela desde que tenía tres años, es decir, desde kínder y ha sido mi única escuela desde entonces, creo que por fin separarme de mi escuela, de las personas que me ha visto crecer, llorar, reír, caerme y por supuesto levantarme, me será algo muy difícil, algo que hasta ahorita, como se dice vulgarmente “no me cae el veinte”.
Después de quince años en esta escuela tengo muchos recuerdos, los campamentos en primaria, los días festivos: como el día del niño, que nos hacían una mega kermesse, en el día del maestro les traen mariachi (como todos los años), el camino de todas las mañanas, que a decir verdad para mí eran madrugadas, pues siempre llegaba tarde o algo pasaba que me era imposible el hecho de llegar temprano a la escuela.
Tengo tanto recuerdos lindos de todas mis etapas en esta escuela, desde mi anécdota de kínder, cuando le robé un regalo a un niño para que yo se lo diera al cumpleañero porque ese día yo no había llevado regalo, hasta las más actuales, que son las de la preparatoria.
Algo que no puede faltar en mis recuerdos son todos los viajes que hicimos, todos los chistes y las cosas como -¡Vela! -¡Fuego!. Como olvidarlas, son cosas que siempre que las recordaremos apuesto a que nos sacaran al menos una sonrisa, o como olvidar todas las cosas que Toño imitaba, cómo se espantó la gemela en el último viaje a la costa, o cómo le hacía burla al baile de Gaby.
 ¡Uy!, y vaya preparatoria con la que me fui a encontrar en mi vida, desde los maestros, con los que inicié mis estudios, pero tampoco puedo dejar a los que se fueron integrando durante este camino, a mis compañeros de clase que ha decir verdad hoy los veo como mis hermanos porque siempre me demostraron que están ahí, apoyándome, diciéndome –Tu puedes Fer!. Que nunca me han dejado sola. Como no mencionar a mi querida psicóloga Gaby, aquella que siempre llegaba a interrumpirnos justamente en la clase de Karla porque siempre había un aviso nuevo que nos tenían que dar y que decir mi súper director Miguel, que en vez de nuestro director siempre ha demostrado ser un amigo, alguien que estaba ahí para oírte  y sacarte una sonrisa.
Todos, han sido tan importantes en mi vida que hoy, agradezco infinitamente a todos por saber desarrollar su papel en mi vida, cada uno tiene algo especial, algo que nos caracteriza y que por ser un grupo pequeño nos hizo valorarnos más, conocernos con casi dos palabras, ser muy unidos, y eso siempre ha sido así, como olvidar todos los problemas que siempre había en el salón, como entre Luis y yo, que de plano nunca aprendimos a hacer equipo; pero eso sí, mi grupo y yo siempre unidos! Siempre apoyándonos los unos a los otros. Y a decir verdad, dudo que haya un grupo tan unido como el nuestro.
Ha!, que difícil me resulta escribir esto, me llegan tanto recuerdos a la vez, tantas personas que han estado conmigo estos quince años, como Monse, Abi, Garci, Iván, Jonathan, Andreux y Pepe. A cada uno le agradezco su apoyo, sus consejos, sus ganas de querer ayudarme, pero sobre todo lo más importante: su amistad, aquella que aunque no era tan apegada, sabía que estaba ahí y que podía contar con ella cuando lo necesitara, así como ustedes con la mía.
Pero tampoco puedo dejar de hablar de mis compañeros que se fueron integrando en la secundaria y en la prepa.
Y qué decir de Mónica, Dorita, Carla, ellas saben que hoy en día ¡Son mis mejores amigas! Y aunque casi siempre discutía con Dorita, era parte de esta amistad, algo que nos caracterizaba, así como reíamos y nos poníamos a “viborear gente” así también eran las peleas, como olvidar aquella pelea que tuvimos en el café, cuando íbamos con Moni y con Pepe, que solo veíamos como se movían para ver que iba a responder cada quién.
A Monii, que he de confesar que en un principio me desesperaba mucho, casi no hablaba y cuando le preguntabas algo solo movía la cabeza, incluso recuerdo que una vez me dijo Dorita, -Y esta niña, ¿Por qué se nos pega tanto?. Ahora que lo recuerdo me da muchísima risa, y hoy puedo contestarle que gracias a que “esa niña se pegaba mucho” tenemos una amiga increíble, que sé que nunca dejará de serlo. Hay Moni, siempre te hacía caer en mis bromas, y cuando estabas triste era tan padre saber que yo podía hacerte reír, y saber que estarías mejor, como olvidar la vez que jugamos a estudiar, y tantas anéctodas que puedo seguir contando. Gracias por tu amistad y por aguantarme tantas bromas, pero sabes que esa es mi manera de ser y que te quiero mucho, como una hermana.
Y por último está Carla, esa niña risueña que nunca estaba callada, porque si no estaba hablando se estaba riendo a carcajadas, ella me enseño muchas cosas aunque ella no lo sepa, a pesar de que es poco el tiempo de conocerla como una amiga he aprendido a quererla y a valorarla.
Gracias a las tres por su verdadera amistad, y a los demás también por hacer sentir parte de esto, porque reconozco que muchas veces difiero con todos ustedes y que me aparto un poco, pero nunca me distanciaron, en verdad ¡GRACIAS POR TODO LO QUE ME HAN DADO!
Fernanda Báez Ramírez

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